Ayer entreguĂ© la traducciĂłn del libro. Este año no he podido disfrutar nada del verano. He trabajado todos los dĂas como un esclavo, encerrado, con muchĂsimo calor y sin poder traducir cĂłmodamente en ninguna biblioteca pĂșblica climatizada, porque en julio reducen el horario y en agosto cierran. De hecho, trabajaba mejor de noche que de dĂa.
Pero no tenĂa opciĂłn. Era un proyecto sĂșper importante para mi carrera. Hasta ahora habĂa traducido manuales de instrucciones, principalmente, descripciones de producto, documentos histĂłricos, algĂșn ensayo acadĂ©mico y algĂșn contrato. Pero ningĂșn libro.
El autor, que es criador y adiestrador profesional de una exĂłtica raza de perros, ha quedado muy contento, y yo mĂĄs todavĂa. El proyecto llegĂł por sorpresa, me cambiĂł los planes estivales por completo y ha sido muy duro, sobre todo estos Ășltimos dĂas en que he corregido el libro cincuenta veces, capĂtulo por capĂtulo, antes de entregarlo. Pero estoy muy satisfecho.
Prontó hablaré de él en mi canal de YouTube.
AsĂ que hoy decidĂ regalarme una tarde tranquila en el rĂo, que me lo merecĂa despuĂ©s de tanto trabajo. No habĂa prĂĄcticamente nadie y se estaba de maravilla. Necesitaba retirarme, salir del bĂșnker, alejarme del ordenador y entrar en contacto con la naturaleza: respirar aire fresco, desestresarme, limpiar el cuerpo y el alma de energĂas malĂ©ficas, y recargar las pilas. La zona que escogĂ no tenĂa un cauce muy hondo pero sĂ lo suficiente como para tumbarme boca arriba sobre el lecho pedregoso y disfrutar de la corriente como si fuese un jacuzzi.
Mira, estoy nuevo. Mi estrĂ©s se lo ha llevado la corriente rĂo abajo y he quedado sĂșper relajado. Hoy voy a dormir como un lirĂłn, y probablemente haga algĂșn viaje astral, a GanĂmedes o, quizĂĄ, a Miranda y OberĂłn. No sĂ©.
Ya te contaré.