A lo largo de mi vida he tenido dificultades para conseguir trabajo, pero no por ser gay, sino por ser un hombre. Antes de licenciarme, quería trabajar de camarero, porque había hecho un curso de formación poco después de acabar la selectividad. Lo cierto es que me costó mucho encontrar mi primer empleo porque, por aquel entonces, todos los empresarios de la hostelería contrataban a determinado perfil de mujeres: primero, porque son unos babosos; segundo, porque ese perfil de chicas atrae a más clientes y, tercero, porque les pagan menos y las controlan mejor.
Finalmente, conseguí empleo para una empresa de trabajo temporal —administrada por mujeres— y trabajé de camarero durante una temporada, sobre todo el año anterior a irme de Erasmus, porque necesitaba un colchoncito para mantenerme en Inglaterra hasta que llegasen las becas (¡en primavera!) Después de licenciarme, he trabajado poco por cuenta ajena, porque no cambio la libertad del autónomo por nada del mundo; pero, de las pocas veces que he trabajado para centros de formación, siempre he sido seleccionado por mujeres, no porque éstas vayan a decantarse necesariamente por un chico, sino porque consideran la candidatura de quienes no nos parecemos a una presentadora de laSexta.
A día de hoy, me consta que muchos compañeros —masculino del plural— tienen dificultades para ejercer como intérpretes, porque los empresarios solo contratan los servicios de chicas —que ni siquiera son especialistas: ni traductoras de carrera ni filólogas— por los mismos motivos expuestos en el primer párrafo. Por eso, como hombre, no me intimida que sean ellas quienes ocupen los puestos de dirección de las empresas porque, con ellas, puedo tener una oportunidad de trabajar pero, con un tío, no tengo ninguna, ni yo ni ningún hombre heterosexual que trabaje en el sector servicios.
Sin embargo, nunca me he sentido discriminado por mi orientación sexual. No me corresponde a mí hablar en nombre de mujeres lesbianas y personas trans, pero creo que el del hombre gay es un perfil muy valorado profesionalmente, sobre todo en determinados sectores, como la venta y atención al público, por ejemplo. También la docencia. Por la buena presencia y las formas, para empezar. Y ya sé que no todo el mundo encaja en el estereotipo pero éste existe por un motivo.
Yo creo que los señores y señoras de determinadas izquierdas, además de venir a limpiar Fontiñas, deberían buscarse un juguetito nuevo para entretenerse con él porque, después, la gente se cree que hombres gays y mujeres lesbianas andamos por ahí exigiendo privilegios, y tenemos que comernos con patatas las olas de homofobia derivadas de ocurrencias disparatadas como la del consistorio de La Coruña.
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